Nelson Mandela para emprendedores
No me juzgues por mis éxitos, júzgame por las veces que caí y volví a levantarme
En el mundo de los negocios existimos los empresarios, los ejecutivos y los emprendedores. Un empresario es aquel que decidió asumir el riesgo de tomar a la vida por las astas y renunció al confort de un sueldo y una pensión arriesgando todo su futuro en sus negocios; en el camino, pudo haber tenido éxitos y fracasos, ambos son aleccionadores por el reto que confrontan. El empresario que sobrevivió a la experiencia sabe que nada es permanente. La raza del empresario es como la del surfista, desafía las olas, algunas las corre de maravilla y otras lo revuelcan, pero siempre tiene el coraje de levantarse asir su tabla y echarse al mar.
Los ejecutivos han sido preparados para dirigir los negocios de los empresarios, son expertos en estrategia, organización, ventas, marketing, operaciones y otros aspectos del difícil arte de conducir una empresa. Además irradian siempre un liderazgo natural y en el corazón de muchos de ellos late un empresario. Un empresario puede ser un ejecutivo, un CEO, y de hecho durante una etapa del desarrollo de su empresa lo fue. No existe garantía alguna que aquellas prácticas que lo impulsaron a levantar su negocio lo ayuden a conservarlo, por eso el gobierno corporativo -que es el edén de los ejecutivos- se impone en el siglo XXI sobre las empresas que han alcanzado un crecimiento que lo justifique.
Los emprendedores son los alevines de empresarios, tienen la potencia del ADN que los impulsa a imaginar nuevas ideas de negocios; son entusiastas, creativos y tenaces. Y, si logran cruzar el caudaloso río de obstáculos entre su idea y el mercado se transformarán en empresarios emprendedores, categoría que constituye la savia del mundo de los negocios de una comunidad, su elemento más valioso. La efervescencia de emprendedores en una sociedad es una buena señal de futuro y prosperidad.